martes, 1 de julio de 2008

ESB - SALESSIANS: EL PARTIDO FINAL

Estaba nublado pero no llovía. La temperatura era agradable y los 22 grados centígrados que reinaban en San Gallen quisieron darnos una despedida de lo más agradable. Aunque pueda parecer extraño íbamos con un poco de retraso, ya que la rueda de prensa de Alex y Luis se había prolongado demasiado, debido a que los periodistas que abarrotaban la sala de prensa del hotel no dejaban de bombardear a preguntas a nuestro cuerpo técnico. Posteriormente la firma de autógrafos organizada por nuestro sponsor Lindt, había obligado a que Gilbert, Quique y Tono tuvieran que atender a una inacabable cola de aficionados que querían hacerse una foto con ellos o que simplemente les firmaran una camiseta de LA RICOLA MECÁNICA. A pesar de que ya estábamos claramente fuera de hora, nuestros cracks no dudaron en atender a todos los aficionados que hacía horas que esperaban pacientemente, para poder compartir unos instantes de su vida con sus ídolos.

La verdad es que el stage había sido un gran éxito y todos le dimos la razón al Sr. Wunderlin, cuando dijo que debíamos preparar este partido a conciencia y decidió que la Escuela Suiza sufragara los costes de este breve stage en Suiza. Sólo fueron 5 días con sus respectivas noches, pero todos regresaríamos a tierras catalanas con una carga extra de glóbulos rojos, que debían ser decisivos para afrontar el trascendental partido ante los Salessians.

Bien acomodados en un estratégico hotel de montaña, Alex y “Ten Cate” Luis se encargaron de hacernos trabajar de lo lindo, mientras el equipo iba cogiendo el rodaje adecuado para afrontar con garantías de éxito el definitivo partido del domingo. Todos los días nos ejercitamos en doble sesión de mañana y tarde menos el miércoles por la tarde, en el que nuestro cuerpo técnico dispuso una sesión de baño y masaje que todos agradecimos con entusiasmo. Por las noches nuestros técnicos hacían la vista gorda y Jean Luc, Felix, Andrea y Walter trazaron una magnífica ruta etílica donde se incluían las mejores cervecerías de la zona. Las farras fueron memorables y al entrar en alguno de los locales, los camareros ya nos saludaban por nuestro nombre de pila. La verdad es que el hecho de que alguna noche algunos de nuestros cracks (omitiremos los nombres) acabaran cantado “Clavelitos” o “Que Viva España” encima de la mesa, abrazados con aficionados locales que hasta entonces eran absolutos desconocidos, ayudó a que nuestra popularidad en la zona subiera como la espuma de los litros de cerveza que acabábamos de engullir.

El viaje desde San Gallen se me hizo corto, ya que el ambiente festivo que reinaba en el autocar hizo que los minutos pasaran volando y cuando quise darme cuenta, ya enfilábamos la recta que da acceso a la terminal de salida del aeropuerto de Zurich. A la llegada al aeropuerto dos enormes letreros publicitarios en los que se podía ver a Santiago y a Morteza transformados al más puro estilo Robocop, presidían la entrada de la terminal del aeropuerto. El grito de Podemos!!! podía leerse desde un kilómetro de distancia, ya que los carteles eran realmente enormes. Al bueno de Santiago se le escapaba una sonrisa de sorpresa, sonrojo y satisfacción cada vez que veía el cartel.

La verdad es que empecé a sentir cierta añoranza a medida que iba releyendo con ánimo de despedida los letreros que había dispuesto la organización y en los que se podía leer en perfecto castellano: Suiza da la bienvenida a LA RICOLA MECÁNICA. La verdad es que todos estuvimos encantados con la experiencia y prometimos volver.

Al bajar del autocar, la suave brisa de Zurich vino a recibirnos y la gran mayoría de los integrantes del grupo decidimos ponernos la americana de nuestro flamante traje oficial Armani. La verdad es que el escudo de la Escuela Suiza de Barcelona que todos llevábamos cosido en la pechera de la americana, llamaba mucho la atención contrastando sobre la claridad del veraniego paño de lino con el que habían confeccionado nuestros trajes. En la otra solapa el anagrama de Lindt lucía más discreto, pero también se hacía bien visible a los ojos de todos los curiosos que nos observaban.

El embarque lo hicimos muy rápido. Es lo que tiene cuando viajas en avión privado. Aparte del equipo también viajaron en nuestro mismo vuelo algunos periodistas que quisieron cubrir toda la información relativa a nuestro stage. Los jugadores ocupamos las primeras filas de asientos del avión. Casi no nos dio ni tiempo de empezar a ojear algún periódico del día, ya que el embarque duró unos pocos minutos por lo reducido del grupo y rápidamente cerraron las puertas. El piloto que hablaba un español perfecto a pesar de que se le notaba un marcado e inconfundible acento germánico dio la bienvenida a todos los integrantes de LA RICOLA MECÁNICA y los aplausos no se hicieron esperar, mientras el avión avanzaba lentamente enfilando decidido hacia la pista de despegue. No tardamos nada en despegar y a medida que íbamos ganando altura, las nubes me obligaban a despedirme apresuradamente de aquellas magníficas tierras que aún podía observar a través de la ventanilla que me había tocado en suerte y que me ofrecía una maravillosa panorámica de Zurich y alrededores. El avión ganó bastante altura y ya se hacía difícil identificar los pequeños detalles del paisaje, que aún podían adivinarse entre las nubes recortadas. Pronto sonó una leve y seca señal acústica y se apagó la luz que nos obligaba a mantenernos sentados y con el cinturón abrochado. Algunos no tardaron en levantarse de sus asientos para deambular por el pasillo mientra las azafatas empezaban a servirnos unos zumos de frutas.

El vuelo transcurría tranquilo. Yo estaba sentado en una fila de tres asientos junto con el killer Ángel y Mark. De manera inevitable empezamos a recordar anécdotas que nos habían ocurrido años atrás, cuando éramos jóvenes y jugábamos en esos campos de Dios, cuando de repente por megafonía se oyó un claro y contundente: - Señores!!!!, que interrumpió nuestra conversación y las del resto del pasaje.

Todos alzamos la vista, a pesar de que ya habíamos identificado al propietario de esa voz. Como no, frente al pasillo que separaba las dos filas de butacas, todos pudimos ver a Tono micro en mano. Lucía informal, sin su americana, con el polo rojo por fuera de los pantalones y el cuello de algodón levantado ligeramente hacia arriba, mientras sus gafas de sol reposaban apoyadas sobre su frente:

- Buenos días a todos, nos dijo mientras nos ofrecía la mejor de sus sonrisas. Se había hecho con el micro de las azafatas, ese que utilizan antes de los despegues y aterrizajes para decirnos esas parrafadas estudiadas y escuetas que nunca llegamos a escuchar con claridad. Pero la excelente dicción de Tono y las ganas que teníamos todos de oírle parecieron obrar un milagro, porque se le escuchaba con absoluta nitidez. Los aplausos dieron la bienvenida a sus palabras y Tono tuvo que interrumpir su discurso por unos momentos.

Nuestro querido Tonete dio las gracias a todos por el excelente trabajo realizado y mientras hacía las delicias de todos los presentes rememorando algunas de las anécdotas vividas durantes nuestra estancia en San Gallen, intercalaba frases en su particular idioma Alemán que arrancaban las carcajadas de todos. Antes de finalizar su actuación y para dar más unión al grupo de cara al inminente partido que íbamos a celebrar en cuanto aterrizáramos en Barcelona, el incomparable Duque de Ganduxer tuvo claro cual debía ser el broche de oro a su actuación y no dudó en invitar a las sorprendidas azafatas a cantar con todos nosotros el “himno de Suiza”. Pronto retumbaron los acordes a capela de “La Tiane”, que todos cantamos con mayor o menor acierto pero con el mayor de los entusiasmos, mientras Tono nos regalaba a todos la coreografía completa.

Cuando acabamos de cantar, las carcajadas se mezclaban con los aplausos que fueron absolutamente ensordecedores. Jordi propuso hacer la ola y todos nos levantábamos elevando los brazos en el momento oportuno. Nunca había hecho la ola en un avión y la verdad es que fue muy divertido. Ni que decir tiene que las azafatas fliparon con nuestro grupo y al final, la cordialidad que compartíamos con ellas las convertía en parte integrante de nuestra expedición. Al cabo de un rato y tratando de recuperar un cierto aspecto de seriedad, ellas mismas procedieron a obsequiarnos con un extenso surtido de chocolates Lindt y es que el bueno de Walter está en todo.

El ambiente era muy distendido y el resto del trayecto discurrió con tranquilidad, a pesar de que por momentos las conversaciones eran compartidas entre compañeros que estaban ubicados en filas distintas y acababan tomando parte la gran mayoría de los integrantes de la expedición. Y siempre ocurre lo mismo. Cuando decidí cerrar los ojos cinco minutos para echar una cabezadita, la voz del piloto volvió a adueñarse de la megafonía indicándonos que iniciábamos el descenso, ya que en breves momentos aterrizaríamos en el aeropuerto de Barcelona. La temperatura que nos esperaba en nuestra amada Ciudad Condal eran los 32 grados que reinaban en ese soleado domingo del mes de Junio, por lo que a bien seguro íbamos a sudar la camiseta.

El aterrizaje fue suave y preciso y todos celebramos con una nueva ovación el hecho de que ya rodáramos sobre tierras catalanas. Deambulamos por pista durante unos 15 minutos hasta que el avión se detuvo. Todos nos liberamos rápidamente del cinturón de seguridad y nos levantamos para recoger el equipaje de mano y proceder a abandonar el aparato. Un pequeño autocar nos condujo con celeridad hacia la terminal, para poder recoger nuestro equipaje. Por suerte no faltó ninguna maleta y rápidamente todos accedimos al autocar que debía conducirnos directamente al estadio. La verdad es que la organización del torneo no había reparado en gastos y habían acordado que este último partido se celebrase en las incomparables instalaciones del Camp Nou, a fin de que tanto las familias de los jugadores como todos los aficionados pudiesen asistir cómodamente al partido.

Nuestro autocar accedió al estadio por el acceso de Travessera de Les Corts y recordé las veces que yo había estado esperando con varios amiguetes la llegada del autocar del Real Madrid, a fin de darles una “calurosa bienvenida” y recordarles la goleada que les esperaba. Pero esta vez era yo el que iba en el autocar, dispuesto a jugar el partido definitivo y cuando cruce el umbral del estadio me invadió una extraña sensación, mezcla de emoción y nerviosismo.

El autocar se detuvo en la zona de parking y todos descendimos de él y nos apresuramos a recuperar nuestros equipajes. Tono y su famoso trolley encabezaban la expedición y rápidamente accedimos a la zona de vestuarios. La diosa fortuna quiso que nos tocara en suerte el vestuario local y cuando entramos en él, todos nos quedamos con la boca abierta cuando pudimos admirar las increíbles instalaciones deportivas de las que disponen algunos. Teníamos el tiempo justito para equiparnos, calentar suavemente y escuchar la táctica de Alex y Luis. La grada estaba llena a rebosar y los cánticos de la afición podían oírse desde los vestuarios.

Después de escuchar las últimas consignas tácticas de nuestro cuerpo técnico y mientras efectuábamos la última fase de estiramientos musculares, el delegado de campo abrió la puerta de acceso a nuestro vestuario y nos indicó que debíamos proceder a salir al terreno de juego con la mayor celeridad posible. A medida que íbamos bajando los peldaños del túnel de vestuarios, el ruido de los tacos de nuestras botas golpeando contra la cerámica de los escalones y el fuerte olor a linimento iban inundando mi cerebro, mientras los cánticos de nuestra afición podían oírse cada vez con mayor claridad y potencia. Tengo que confesar que durante ese corto trayecto, a mi se me puso la piel de gallina. Al final del túnel, todos nos detuvimos frente a los cinco escalones de subida que dan acceso al verde tapiz con el que tantas veces había soñado. El manto de hierba quedaba a la altura de nuestros ojos y la perspectiva que nos ofrecía el desnivel de la boca del túnel de vestuarios era realmente especial. Me quedé unos instantes mirando esos cinco escalones, pensando en la cantidad de cracks mundiales que los habían subido; Kubala, Cruyff, Maradona, Rivaldo, Ronaldinho y muchísimos más, pero esa tarde el privilegio era nuestro y los Jean Luc, Quique, Morteza y compañía estábamos preparados para lo gloria.

Esa breve fase de encantamiento finalizó de golpe, cuando los gritos de “ venga chavales, a por ellos!!!!” sonaron desde el fondo del túnel. Eran Alex y Luís, tratando de darnos un último empujón de ánimo, para saltar al campo con el plus de agresividad necesario en estas ocasiones. Todos los jugadores nos dimos un último abrazo colectivo antes de saltar al terreno de juego y el grito de RICOLA, RICOLA, RI, RI, RI!!!! resonó desde los adentros de una amalgama de brazos, cabezas y corazones conformada por todos nosotros y que simbolizaba la auténtica piña humana que compone este gran equipo. Había llegado el momento y Jean Luc fue el primero en enfilar los cinco escalones hacia la gloria. Yo le seguí y detrás de mi, todos los integrantes del equipo fueron saliendo uno a uno.

A medida que los jugadores íbamos saltando al terreno de juego, la afición rugía y un enorme tapiz blanquirojo nos daba la bienvenida, mientras el público gritaba algo parecido a "chopsuey" (nuestra particular e intransferible adaptación del "Hope Suisse").

Los dos equipos estábamos sobre el terreno de juego y el colegiado se apresuró a dar inicio al encuentro. El partido fue una auténtica exhibición de LA RICOLA MECÁNICA de principio a fin. En defensa Jean Luc, Walter, Andrea, Thomas, Alex Birk y Felix estuvieron inmensos y no permitieron que los delanteros Salesianos pudieran acercarse a nuestra área. Nuestro portero Joan también hizo un partido extraordinario, deteniendo absolutamente todos los balones que le llegaron. Santiago cubrió el lateral derecho de manera excelente y llegó a despejar balones haciendo el famoso despeje del escorpión, que años atrás había popularizado su compatriota Higuita. El “noi” Esteve estaba perfectamente recuperado de su lesión y subía y bajaba la banda con una velocidad de vértigo. Incluso nos obsequió con un maravilloso golazo, disparando un auténtico trallazo desde 30 metros. Que grande es el profe!!!! Guillermo estuvo inconmensurable construyendo juego con la claridad de ideas de un gran arquitecto. Morteza vio la luz y emocionado de jugar en tan incomparable estadio nos brindó el mejor de sus partidos, con asistencias brillantísimas que ya hubiese firmado el mismísimo Xavi Hernández.

Tono estuvo impresionante llevando la batuta del partido, chupando y distribuyendo el balón con su maestría habitual y discutiendo con el árbitro cada vez que nos pitaba en contra. Mark fue el gran stopper de siempre y no dejo tocar balón al cerebro del equipo Salessià, pegándole un par de palos de los suyos a principio de partido, para ponérselo en el bolsillo. Olivier ayudaba a Mark con su contundencia habitual y no dejaba pasar ni el viento.

El “panzer” Jordi se encargó de marcar al 10 y acabó por aburrirle, ya que le siguió hasta la ducha y siempre que pudo le dejó su particular tarjeta de visita y si el magullado 10 se quejaba, el bueno de Jordi le cantaba su popular y personal versión del “canta y no llores”. Lo mejor de todo es que Jordi jugó todo el tiempo con su gorra puesta. No podía ser de otra manera estando en el Camp Nou. En la delantera Quique se movía con su elegancia y precisión habitual, y parecía que jugaba a ritmo de tango, obsequiándonos con un par de goles de antología, sobretodo el primero que fue de libre directo. El balón entró como una exhalación por toda la escuadra, después de superar a la barrera. Enorme Quiquinho!!!! También tuvieron sus minutos el Mister Alex y “Ten Cate” Luis, que se sumaron a la fiesta haciendo una increíble demostración de dominio del balón. Parecían dos auténticos malabaristas.

Por su parte, Gilbert rompió su banda por velocidad todas las veces que quiso y emulando al gran Garrincha, puso al público en pie en cada jugada. Joel entró en la segunda parte, para marcar su clásico gol de oportunismo. Por la otra banda Joao entraba centelleando como si fuese el mismísimo Cristiano Ronaldo, centrando incansablemente balones envenenados que “la bestia” Ángel remataba con impresionantes boleas. La última de ellas significó el 5 a 0 final, ya que el balón destrozó la red y el árbitro dio el partido por concluido.

Tras el pitido final el público hacía la ola, mientras todos los jugadores nos fundíamos en un fuerte abrazo en el centro del campo y levantábamos en hombros a Alex y al bueno de Luis. Los capitanes Jean Luc y Joao recogieron la Copa y dimos la vuelta de honor al campo. Luego en el vestuario se vivieron momentos inenarrables y todos acabamos dentro de la piscina cantando de nuevo “La Tiane”, mientras el champagne corría a raudales. Al cabo de un rato y cuando ya nos habíamos duchado, todos reparamos en que faltaban Morteza y Esteve. Nadie conocía su paradero. Pero no nos hicieron sufrir demasiado ya que al cabo de unos minutos ambos entraron por la puerta del vestuario vestidos de azulgrana de arriba a abajo y con su recién estrenada VISA BARÇA en la mano. Ambos habían visto la luz y se habían abrazado definitivamente a la fe blaugrana.

Un día Gary Lineker dijo que el futbol es un deporte de 11 contra 11 en el que siempre ganan los alemanes. Nosotros hemos acuñado una nueva frase: el futbol 7 es un deporte en el que juegan 7 contra 7 y en el que el mejor equipo siempre es LA RICOLA MECÁNICA.

Como podéis suponer, la fiesta después del partido fue apoteósica y todos acabamos tomando la última copa en casa de Tono. La velada fue absolutamente inolvidable para todo el equipo.

Bueno, si os tengo que decir la verdad, debería confesaros que en realidad no hubo ni stage en San Galen, ni viaje en avión, ni partido en el Camp Nou. Si hubo victoria, aunque en esta ocasión fuese por incomparecencia de nuestros rivales. Pero no me negareis que hubiese sido una buena manera de acabar este fantástico campeonato, acorde con el fantástico grupo humano que conforma nuestro equipo. Espero que todos me perdonéis el hecho de haberme permitido esta pequeña licencia.

Ya ha caído el último telón de esta temporada y espero con ansia a que empiece la siguiente. La verdad es que este verano se me hará largo sin poder compartir con todos vosotros un nuevo partido de LA RICOLA MECÁNICA. Espero que durante el próximo curso, todos queráis seguir disfrutando de esta magnífica locura. Muchas gracias por vuestra amistad y camaradería. Que paséis un buen verano.

Saludos y un fuerte abrazo para toda la tropa.

Joan.